Saltear al contenido principal

Familia Valiente Prado

Cuando nuestra hija se fue a Pamplona, lo que más nos preocupaba era encontrar una opción económica para su alojamiento. El Proyecto CET nos daba esta oportunidad. Sin embargo, después de dos años allí, nos dimos cuenta de que el CET no solo fue un alojamiento para nuestra hija. Fue mucho más que eso.

No solo le sirvió para adquirir unas competencias profesionales, a organizarse el tiempo, a compaginar estudio y trabajo.

Sobre todo se encontró con un buen ambiente, con gente de su misma edad que hacía lo mismo que ella… El CET era su casa de Pamplona, y nosotros estábamos seguros de que allí era el mejor sitio en el que podía estar.

Hemos ido durante estos cursos en varias ocasiones a verla, y en todas hemos estado en el CET. También durante sus dos años del proyecto, hemos asistido con las demás familias a las fiestas de padres que organizaban: conocer a la gente con la que Inés convivía y trabajaba, sus amigas, el entorno en el que se mueve, es lo que más tranquilidad da a unos padres en la distancia.  Y el clima familiar, al no ser una residencia de grandes dimensiones, cuenta y mucho. A la vez, lo bueno que tiene el CET es que nuestra hija todos los días trabajaba con un horario, un compromiso y una exigencia, algo que le ayudó a madurar, a aprovechar el tiempo… todo esto nos pareció desde el principio muy bueno para ella.

Nosotros, como padres, tenemos mucho que agradecer a todas las personas que hacen posible este proyecto, ya que contribuye a la mejora de nuestras hijas, no solo profesional  sino también personalmente.

Volver arriba