Como padres, buscábamos una residencia para nuestra hija con unas características muy ‘concretas’. Éramos conscientes de que no era algo común que le fuera a encajar a cualquiera. Después del primer curso, realmente hemos visto como trabajar mientras estudia en la universidad le ha servido para organizar mejor su tiempo de estudio, un estudio de más calidad y con mucha más concentración.
El CET ha ayudado a nuestra hija a valorar su tiempo. Y además, le ha servido para valorar otras muchas cosas, como el esfuerzo de exprimir el día para hacer un trabajo en servicio de los demás; con el valor añadido de conseguir pagar su estancia en Pamplona mediante su trabajo. Y el valor esencial del servicio.
Este esfuerzo supone al mismo tiempo una gran satisfacción, sin duda para ella, y por supuesto, para nosotros.
También valoramos la formación espiritual que iba a recibir allí, una formación completa, no únicamente académica y profesional. Tantos valores humanos, así como las amistades que ha hecho en el CET; y la posibilidad de convivir con personas que tienen y aprecian los mismos valores que nosotros. Hasta ha vuelto en verano menos ‘caprichosa’ porque se ha acostumbrado a comer lo que le ponen y no comer entre horas…
Al elegir el CET como residencia para Carmen, no sólo no nos hemos equivocado sino que nos ha parecido una excelente experiencia. Tanto es así que nuestra hija que empieza este próximo curso sus estudios universitarios va a ir también al CET. Hemos estado en Pamplona en la fiesta de padres que organizaron, y he visto a mi hija integrada y feliz. Sé que ahí tiene una gran familia. El trato personal lo hace 100% recomendable. También el apoyo y disposición de las personas que viven allí con ellas nos ha dado confianza y tranquilidad.