Mi recuerdo de mis años en el CET siempre va acompañado por una sonrisa ¿Por qué? Muy sencillo, porque fueron unos años maravillosos, con sus esfuerzos pero también con muchas satisfacciones.
Hasta que no vas a un CET, no sabes lo que es la organización. No me refiero sólo a tus horas de trabajo sino a ser capaz de compaginarlo con tus clases, estudios, trabajos con los compañeros de clase y además –como a mi me gustaba decir- con fomentar la vida social.
A nivel personal, gracias al esfuerzo de mis padres y el trabajo en el CET, pude estudiar en la que yo consideraba la mejor universidad y conocer a muchísimas personas con las que hoy por hoy sigo manteniendo el contacto. E intento no olvidar y tener presente que pude estudiar la carrera que me ayudaría años más tarde a cumplir mi sueño, el de crear mi propia empresa de aceite de oliva.
Si estás pensando en la posibilidad de ir a un CET, no te voy a mentir, es costoso, intenso y lleno de responsabilidad, pero también está repleto de buenos momentos, de aprender a organizar tu tiempo, conocer tus propios límites…
Y lo que perdurará después de tus años de universidad –aparte del título universitario- son las amistades que vas a hacer en estos años y ante todo una gran satisfacción personal de haberlo hecho estudiando y trabajando a la vez