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Inés Valiente

Para mí el CET ha sido como una familia. Al principio, yo lo vi como la mejor forma de afrontar mi estancia en Pamplona. Me parecía de entrada una buena oportunidad que me permitía estudiar fuera sin que mis padres tuvieran que hacerse responsables de esta elección. Aunque reconozco que también era arriesgado, no era un ‘modo fácil’ de empezar. Ni tampoco era lo normal, lo que hacían mis amigas: irse a un CET.

Me fui sola. Pero me pareció una manera de responsabilizarme de mis propias decisiones y de colaborar en todo lo que supondrían mis estudios. Con mi trabajo, quería yo misma asumir el reto, y lo conseguí. Pero no sólo eso, sino que me ha ayudado mucho para todo lo que ha venido después: capacidad de organización, capacidad de esfuerzo, trabajo en equipo y saber valorar todo lo bueno que me ha llegado entre otras cosas. Pero sobretodo, tengo que decir que estuve como en casa, de hecho, siempre lo consideraré mi casa: siempre, en caso de tener algún problema, teníamos a alguien a quien acudir.

Y lo mejor de todo, fueron las personas que conocí allí. Algunas son hoy de mis mejores amigas. Podría decir que encontré de verdad una familia.

He hecho con el CET muchas convivencias, fines de semana, viajes, excursiones… he disfrutado, he vivido experiencias con gente muy distinta, y que me han aportado y enseñado muchas cosas. Hemos compartido buenos y no tan buenos momentos, y me he ido dando cuentas de que todos esos momentos compartidos iban mucho más allá: no eran solo compañeras de trabajo, de clases o de piso ( yo viví en un piso tutelado del Proyecto CET). Hay que llegar a la esencia de lo que es de verdad el CET. y para eso ¡hay que vivirlo!

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